Los signos y las cosas

 La semiótica
por Osvaldo Dallera.

Los pensamientos se construyen con lenguajes, y los lenguajes se construyen con signos. La ciencia que estudia los signos se llama Semiótica.

Constantemente, porque queremos comprender lo que nos pasa o porque necesitamos comunicarnos, buscamos elementos que nos permitan satisfacer esas necesidades. Si vamos por la calle y no sabemos en qué lugar estamos, buscamos un cartel que nos oriente (nos comunique) para poder entender nuestra situación en ese momento. Un cartel, algún punto de referencia, algo que nos sitúe. 

Los signos cumplen con la función de significar. Y significar es lograr que los signos y las cosas adquieran sentido. Definimos al signo como cualquier cosa sensible que sirve para sustituir o representar a cualquier otra ausente de nuestra percepción. Todo signo es una cosa, y toda cosa es un signo, SI CUMPLE CON LA FUNCIÓN DE SIGNIFICAR; es decir, si logra proveer de sentido a las cosas. Para esto hará falta que se establezca o que haya:

a) Una cosa significante; 
b) Un significado;
c) Un ser humano que establezca la relación entre a y b.

En síntesis:

  •  Significación y comunicación

Los signos que usamos para comunicarnos con los demás (es decir, para emitir o recibir mensajes) y aquellos otros que procuramos interpretar (para comprender mensajes) son tales, si somos nosotros quienes establecemos la relación entre la señal emitida o recibida y la cosa que la señal sustituye para significarla.

Para que esto ocurra, es decir para que podamos "traducir" la señal, es necesario que sepamos algunas cosas antes, que nos permitan establecer la relación entre una cosa y la otra. A ese  conjunto de conocimientos le llamamos competencia. Es decir, soy competente, cuando puedo darme cuenta de la función que cumple un signo en un momento dado. Esto es fundamental en una sociedad como la nuestra, en la que constantemente estamos recibiendo y emitiendo mensajes de distinto tipo. Cuanto menor es nuestra competencia, es decir, cuanto menos conozco la manera de descifrar los mensajes, o menos elementos poseo para esa tarea, más vulnerable soy a la manipulación de la comunicación.

Si yo puedo usar el signo, si el signo puede conmigo cumplir su función (ya sea porque quiero comunicar algo o porque quiero entender algo), estaré relacionando dos planos diferentes: por un lado, la señal misma en su manera de manifestarse; es decir, tengo de esta parte el plano de la expresión.

Pero además hay otro plano, otra cara de la relación, que son aquellas cosas que porque pertenecemos a la cultura en la que tiene sentido el signo, yo puedo vincularla a la señal gracias a mi competencia.
Llamamos a este plano, plano del contenido. 

La relación entre los dos planos está establecida por una convención; es decir, por un acuerdo previo, entre los miembros de una cultura dada. Decimos, por eso, que las relaciones establecidas entre significantes y significados es arbitraria.

En nuestra vida diaria, constantemente recibimos infinidad de estímulos, a los que no les asignamos significados. Bien porque no nos interesan, bien porque no conocemos alguno o algunos de los muchos significados que pueden tener dentro del medio en que vivimos. En cambio, un número relativamente reducido de estímulos (reducido, si lo comparamos con la infinidad de estímulos posibles) adquieren sentido para nosotros. ¿Por qué? Esto se debe a que la sociedad en que vivimos, para hacer posible la comunicación, usa aquellos estímulos, aquellas expresiones que le sirven para funcionar. Esto equivale a decir que es la sociedad misma, es la cultura que construye esa sociedad, la que seleccionando determinados signos y dejando de lado otros estímulos, confecciona los sistemas de significación. Un sistema de significación es un conjunto de signos y códigos que sirven para establecer relaciones de comunicación estable entre los miembros de una comunidad.

Detrás de cualquier sistema de significación hay información para ser transmitida. Si los sistemas de significación que utilizamos en nuestros procesos de comunicación no llevaran consigo información, no servirían para nada. Es un contrasentido pensar la posibilidad de que exista una cosa sin la otra. Por eso decimos de la información, que es cualquier cosa que puede ser transmitida con el fin de ser comunicada.

Cualquier sistema de significación está construido con un fin estrictamente práctico, pues no tiene otra finalidad que establecer entre la gente perteneciente a la misma cultura, procesos de comunicación.

  • Los signos y sus relaciones

Otra manera de estudiar los signos que usamos habitualmente es analizando las relaciones que se establecen con ellos, y entre ellos. Señalaremos tres tipos de relaciones:

a) relaciones con otros signos;
b) relaciones con contenidos; es decir, con aquello que designan;
c) relaciones con quienes los usan.

En el primer caso, los signos nos interesan por lo que son, independientemente de lo que designan. En este caso, nos ocupamos de ellos para saber cómo están formados o bien para saber cómo podemos formar nuevos signos a partir de los que ya tenemos. En los dos casos utilizamos reglas que nos permiten formar los signos primitivos, o también transformarlos en otros más complejos. Por ejemplo, sabemos que las letras son unidades elementales. Cuando formamos una palabra, combinamos esas letras o unidades elementales para formar un signo más complejo. Lo mismo sucede con las imágenes o signos icónicos. A partir de unidades elementales (puntos, rayas, curvas, etc.) podemos formar una imagen más compleja, según como combinemos esos elementos. Además, si podemos combinar esos nuevos signos obtenidos con otros y elaborar expresiones más complejas, estaremos transformando aquéllos en otros nuevos.

Por ejemplo, dibujo una calavera, a partir de unidades elementales combinadas según reglas de formación (códigos). Después dibujo dos huesos, con idéntico procedimiento. Pero, aplicando otras reglas que llamaremos de transformación, y que me permiten combinar esos dos signos de una manera determinada, puedo obtener una nueva expresión a partir de las otras dos.

A esta dimensión, a esta manera de estudiar la relación que los signos tienen entre sí, la llamamos dimensión sintáctica.

La segunda posibilidad nos permite estudiar al signo en otro tipo de relación: aquella que establece con la cosa o las cosas que designa, o sea con su contenido. Siguiendo con el ejemplo anterior, si me ocupo de la palabra 'casa', ya no lo hago tratando de saber cuántas letras usé ni cómo las combiné, sino procurando establecer qué alcance le doy cuando la uso. En el caso del signo icónico vincularé la calavera con los huesos cruzados con el significado que esa expresión tiene asignado. Esta dimensión, llamada semántica, también tiene dos tipos de reglas que regulan la relación del signo con su designado. Mediante las reglas de designación, atribuyo a cada signo del sistema un determinado designado, de manera que yo pueda saber a qué hago referencia cuando lo uso. Pero puede ocurrir también que pretenda verificar si la relación que establezco entre el signo y el designado es verdadera. Para eso, la dimensión semántica tiene reglas de verdad.

La dimensión que queda es la pragmática. Con este modo de estudiar los signos nos vinculamos con todas aquellas características y circunstancias que rodean y condicionan a quienes los usan. Las reglas pragmáticas enuncian las condiciones sociológicas, políticas, psicológicas, biológicas que se dan en la relación entre los usuarios los signos. La importancia de esta dimensión radica en que nos indica cómo debe interpretarse un signo a partir de las condiciones que lo rodean, o bien cómo hay que proceder para verificar un enunciado del lenguaje. Por ejemplo, un cartel que dice "Cuidado con el perro" en la puerta de un jardín o en el terreno de una casa, nos habla de cómo debemos interpretar lo que dice, su ubicación, y los resultados previsibles en caso de intentar desconocer la la recomendación.

  • Designado-denotado,  denotación-connotación

Los signos con los cuales se explica la realidad, no siempre tienen la realidad que pretenden explicar como referente. ¿Qué quiere decir esto? Que los signos tienen siempre un contenido que es significado por el significante, pero ese contenido no necesariamente tiene que ser palpable, concreto o verdadero. Ni siquiera tiene necesidad de existir. Dicho de otro modo, todo signo tiene designado, pero no todo signo tiene denotado.

Entonces:

a) El designado es el contenido del signo, y no hay signo que no tenga contenido.
b) El denotado es el referente (la cosa concreta, palpable, real), y hay signos que tienen designado, pero no tienen referente. (Por ejemplo, una mentira, o la palabra 'unicornio'.)

¿Para qué sirve comprender o tratar de entender la relación que tienen los signos con sus designados o contenidos? El aprendizaje, o la posibilidad de desentrañar qué pretende significar cada signo o cada cosa que funciona como signo, nos posibilitará conseguir una visión más profunda y por lo tanto más crítica de la realidad. La finalidad de esta disciplina no es estrictamente teórica. Sirve para poder interpretar o reconocer el significado que las cosas adquieren a partir de las convenciones culturales vigentes en la sociedad a la que pertenecen, y desde ahí, optar por la búsqueda de la transformación o la perpetuación de esa realidad. En última instancia es una disciplina con valor práctico, toda vez que como instrumento para la interpretación de signos, permite desempeñar la función de crítica social a partir del conocimiento.

Así las cosas, con estos elementos podemos intentar comprender mejor los mensajes que recibimos diariamente, en las conversaciones que mantenemos, en los lugares que frecuentamos o también cuando tomamos contacto con cualquier medio de comunicación. En este sentido, y con estas diferenciaciones podemos distinguir cuándo un signo o un conjunto de signos (una palabra, un texto, una imagen) se refiere a un objeto que realmente existe, o cuándo un signo no hace más que asignar un contenido sin referente. Designar es expresar el contenido y no el referente. Sin embargo, siempre que designamos el contenido de un signo, invariablemente le añadimos nuestras propias connotaciones, que en cualquier caso están condicionadas por el medio en el que vivimos.

Tomado de: Dallera, Osvaldo Alfredo (1989). Temas de Filosofía. Argentina: Bueurs Sives, Ediciones Don Bosco.


 Nuestro recuerdo y agradecimiento para Joaquín Salvador LAVADO (Quino)

MAFALDA

  • EJERCICIO

1. ¿La piedra puede ser otra cosa?

2. ¿El color la forma alcanzan para definir algo como lindo? ¿Qué es algo lindo?

3. ¿Las cualidades de las cosas son las mismas para todos?

4. Manolito pregunta: ¿qué tiene de lindo? Mafalda responde: Es linda. ¿Qué diferencia hay entre uno y otro?

5. Explique la relación que existe entre el fondo de los dos últimos cuadros con la expresión verbal "pobre" de cada protagonista (Manolito, tablones, baldosas vs. Mafalda, farol, parque).

6. ¿Alguno de los dos se fue distinto de como llegó? 

7. ¿De qué otra forma se podría haber resuelto la situación?

LA FAMILIA

  • EJERCICIO

1. ¿Cómo llamaría usted a esta vivienda: hogar o casa? ¿Por qué?

2. ¿Cómo funciona la comunicación?

3. ¿Qué significa el dibujo que hizo el niño?

4. ¿Advierte alguna otra irregularidad en la escena? ¿Cuál? ¿Qué interpretación le da?

5. ¿Qué es la naturaleza para esta familia?

6. ¿Por qué papá muestra los dientes?

7. ¿Qué pasaría si los lentes de papá fueran redondos?

8. ¿Cuántos recuadros tiene la escena? ¿Puede ponerle un nombre a cada uno?

9. Imagine la situación de los personajes en su vida extrafamiliar: trabajo, amistades...


Tomado de: VÁZQUEZ, J.A y DALLERA, O. A., (1987). Para leer las viñetas humorísticas. Buenos Aires: Ediciones Don Bosco Argentina.


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