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La lógica y los niños


 Por  Alfredo Raúl Palacios (*)

Ya casi no dudamos, por tantas veces escuchado o leído, que uno de los objetivos del estudio de la matemática es "entrenar" a los niños en el pensamiento lógico. Sin embargo, a la luz de los resultados podemos ver su escaso cumplimiento. Para el punto de vista de la enseñanza tradicional, este objetivo debía cumplirse a través del estudio de las demostraciones lógicas de teoremas, por lo general geométricos, y de los cuales el alumno recibía modelos ya desarrollados. Esta tarea se reservaba para la enseñanza secundaria y mientras tanto, la mente del niño, considerada como un instrumento, primero se afilaba para luego ser utilizada. Por otra parte, el énfasis puesto en el estudio de los mecanismos de cálculo terminaba ahogando la capacidad crítica y la potencia creadora. Este enfoque permite hacer dos observaciones importantes. 1) la enseñanza tradicional de la matemática no tenía como objetivo el aprendizaje de la lógica a través de la acción. Por medio de sus propias experiencias, y no por las de los demás, es como los pequeños aprenden mejor, y esto no se cumplía ni siquiera para la matemática misma; 2) la mente nunca es pasiva; es una actividad perpetua, delicada, receptiva, que responde a estímulos. No se puede postergar su vida hasta que haya sido afilada. El interés que ofrezca una materia de estudio debe ser invocado aquí y ahora; los poderes a fortalecer en el educando deben ser ejercitados aquí y ahora. Tal es la regla de oro de la educación, que es  una regla muy difícil de seguir.

Con la modernización de la enseñanza de la matemática, se plantea de nuevo el problema de la enseñanza de la lógica. ¿Qué puede y qué debe ser esta enseñanza dentro del campo de la matemática?. En el movimiento renovador, la preocupación por la lógica comienza al introducir los conjuntos y las relaciones, y más adelante, poder presentar a los alumnos más claramente las reglas de inferencia al estudiar las proposiciones y sus conectivos, las formas proposicionales y los cuantificadores. Este desarrollo cronológico parece estar de acuerdo con el desarrollo psicopedagógico de los alumnos.

El aprendizaje de la lógica puede comenzar en el jardín de infantes. Jerome BRUNER ha descubierto tres niveles de categorización en la edad preescolar. El primer nivel es la categoría de la forma, tamaño y color: el niño reúne los objetos en clases que tienen algunas de estas propiedades en común. El segundo nivel es el de las categorías de acompañamiento; por ejemplo, dibujos de un niño y de una pelota se colocan juntos, puesto que los niños juegan con pelotas: análogamente, el dibujo de una mesa y el de una casa, también son de la misma categoría, puesto que en las casas hay mesas. En el tercer nivel, el niño descubre las categorías de los adultos: coloca al niño entre los hombres, la pelota entre los juguetes, la mesa entre los muebles, etc. ¡Toda esta riqueza en nuestras manos!. No se trata, por supuesto, de emplear vocabulario o símbolos científicos; se trata de buscar un buen camino para ayudar a nuestros pequeños en sus actividades de descubrimiento, colocarlos en un campo fértil en experiencia y permitirles tomar conciencia de la realidad y de ellos mismos. 

"No es porque el método de Descartes sea bueno, que ha tenido tan buena suerte, sino porque es un método. No es porque haya triunfado, sino porque ha luchado. No, en absoluto, porque haya llegado a la meta, sino porque partió hacia ella".

(*)Alfredo Raúl Palacios
Profesor de Filosofía y Ciencias de la Educación.


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