Alrededor de "método" podemos encontrar todo un conjunto de palabras que tienen una relación más o menos estrecha con él: medio, instrumento, herramienta, así como analítico, sintético, etc.
El método supone siempre una manera reflexiva y ordenada de actuar, producto de una planificación consciente y eficaz. No hay métodos espontáneos o improvisados. La aparente espontaneidad de ciertas actuaciones metódicas es el producto de un largo aprendizaje y una intensa práctica.
Los métodos se pueden dividir según muy diversos criterios, pero veremos aquí sólo una división, señalada ya en la antigüedad griega y que se sigue utilizando en la actualidad.
▪ ANALÍTICO, derivado de "análisis", procede del griego análysis, compuesto de aná (de arriba hacia abajo, a través de) y lysis, que proviene, a su vez, del verbo lyo (soltar, desatar, cortar). El análisis es un proceso descendente, que resuelve el todo en sus partes, que desliga las partes unas de las otras para irlas tomando separadamente y, de este modo, verlas o estudiarlas de mejor manera.
▪ SINTÉTICO, del griego synthesis, formado por syn (con) y thesis (posición, tesis), es la composición, el unir o juntar lo que estaba separado, para integrarlo, o reintegrarlo, en una unidad. Es un proceso ascendente, de abajo hacia arriba, que reúne lo que estaba separado.
METRO ▅▅▅▅▅▅▅
Del griego metron, "medida", "instrumento para medir". Metro, sufijo, significa "lo que mide", "el aparato para medir".
Forma parte de numerosas palabras del lenguaje matemático o científico. (Parámetro, diámetro, geometría, goniómetro, barómetro, termómetro, calorímetro, anemómetro, etc.).
Dice Isaac Asimov (1):
Como todos, también yo busco el amparo y el apoyo de muchos mitos estimulantes. Uno de estos artículos de fe por el cual siento especial predilección consiste en afirmar que no se puede oponer ningún argumento en contra del sistema métrico decimal, y que las unidades que se usan comúnmente en los Estados Unidos constituyen un conjunto indefendible de tonterías que conservamos solamente por una especie de obstinación insensata.
Imagínese entonces la preocupación que me asaltó cuando hace poco me topé con una carta de un caballero inglés que denunciaba amargamente al sistema métrico como artificial, estéril y desconectado de las necesidades humanas. Por ejemplo, decía (y no lo cito textualmente), que si uno desea tomar cerveza, la medida adecuada es la pinta. Un litro de cerveza es demasiado y medio litro es demasiado poco, pero una pinta, eso sí es lo justo*.
* Antes de que me escriban para decirme que medio litro es más que una pinta, permítanme explicarles que si bien es cierto que es más que una pinta americana (0,473 litros), es menos que una pinta inglesa (0,569 litros). (N. del A.).
Por lo que yo puedo decirles, el provincialismo de este caballero era sincero, hasta el punto de llegar a creer que aquello a lo que uno está acostumbrado tiene la fuerza de una ley natural. Me recuerda a aquella inglesa devota que se oponía firmemente a la enseñanza de todo idioma extranjero levantando su Biblia y diciendo: "Si el idioma inglés le sirvió al profeta Isaías y a San Pablo Apóstol, también me ha de servir a mí".
Pero más que nada me recuerda que quiero escribir un ensayo acerca del sistema métrico decimal.
Para lograrlo, deseo comenzar diciéndoles que el valor del sistema no reside en el tamaño efectivo de las unidades básicas. Su valor consiste en que se trata de un sistema lógico. Las unidades están relacionadas entre sí de una manera razonable.
Todos los otros sistemas de medidas que yo conozco emplean un nombre distinto para cada unidad que representa una cantidad determinada. Para las distancias, los estadounidenses empleamos millas, pies, pulgadas, varas, estadios, cuadras, etc. Para los volúmenes, tenemos pecks, búshels, pintas, dracmas. Para los pesos tenemos onzas, libras, toneladas, granos. Nos pasa como a los esquimales, que se supone que tienen no sé cuántas docenas de palabras para decir nieve, pues emplean una palabra distinta cuando la nieve cae o cuando está quieta, cuando es blanda o cuando es dura, seca o húmeda, vieja o nueva, etcétera.
No dejamos de apreciar la ventaja de usar combinaciones de sustantivos y adjetivos. De esa manera empleamos el nombre como designación general para todas las clases de nieve y el adjetivo para describir cada variedad específica: nieve húmeda, nieve seca, nieve dura, nieve blanda, etc. ¿Cuál es la ventaja? Primero, que ahora apreciamos una generalización que antes no percibíamos. Segundo, que podemos usar los mismos adjetivos para otros sustantivos, y así tenemos roca dura, pan duro, corazón duro y, en consecuencia, disponemos de una nueva generalización: la dureza.
Que yo sepa, el sistema métrico decimal es el único sistema de medida que ha alcanzado esta etapa de desarrollo.
Comencemos con una medida arbitraria de longitud, el metro (del latín metrum o del griego metron, que significan "medir"). Tomando esa palabra como la denominación genérica de longitud todas las unidades de longitud serán metros. Para diferenciar una unidad de longitud de otra usemos un adjetivo. En mi opinión ésa es la forma de arreglar las cosas.
A decir verdad, los adjetivos que se emplean en el sistema métrico (supongo que para que no se lleguen a perder por accidente) están sólidamente unidos a la palabra genérica de manera que se convierten en prefijos. (Por cierto, amable lector, que al hacer esto con el sistema de medidas han dejado "todo prefijado".).
Los prefijos fueron tomados del griego y del latín de acuerdo con la siguiente tabla:
Ahora bien, si reservamos los prefijos griegos para las unidades grandes y los latinos para las pequeñas, tenemos:
No interesa cómo es de largo un metro; todas las demás unidades de longitud ya están definidas. Basta con que usted conozca la longitud del metro, ya sea en yardas o en longitudes de onda de la luz o mediante dos marcas en una vara, para que automáticamente sepa cuáles son las longitudes de todas las otras unidades. Además, al hacer que todos los submúltiplos varíen según potencias de diez, se hace muy fácil convertir una unidad en otra (debido a que nuestro sistema de numeración es decimal). Por ejemplo, yo puedo decirles de inmediato que en un kilómetro hay exactamente un millón de milímetros. A ver si usted me dice ya mismo cuántas pulgadas hay en una milla.
Y además, una vez que usted ha memorizado los prefijos, le servirán para cualquier tipo de medición. Si le dice que un "poise" es una unidad de viscosidad, no importa cuán grande es dicha unidad ni de qué manera está relacionada con otros tipos de unidades y ni siquiera interesa saber con exactitud qué es la viscosidad. A pesar de no saber absolutamente nada de un tema uno sabe que un centipoise equivale a un centésimo de un poise, que una hectárea es igual a cien áreas, que un decibel es un décimo de bel; e incluso que un "kilodólar" equivale a mil dólares*.
* Si alguien me quiere escribir para decirme que un militar es un milésimo de tar y que un centitar equivale a diez militares, pueden hacerlo... pero no les voy a hacer caso. (N. del A.).
MULTIPLICAR ▅▅▅▅
Proviene del verbo latino multiplico, que significa "aumentar", "acrecentar". Está compuesto por multus (mucho) y plico (plegar, replegar, enrollar). El significado primario de multiplico es el de "plegar mucho", de donde "aumentar mucho", que conduce directamente a multiplicar.
El verbo latino plico está emparentado con el verbo pleko, que significa "trenzar" o "unir". Con ellos también se emparenta el latín plecto, "entrelazar". A esta familia pertenecen los compuestos a-plico, com-plico, ex-plico, im-plico, su-plico.
La palabra "multiplicar" quiere decir "mucho-plegar", así como triplicar, cuadriplicar, etc. significan tres-plegar, cuatro-plegar, etc. Esto nos advierte que la multiplicación ha significado -y tratándose de números naturales es obvio- una suma abreviada: 3 x 2 da el mismo pos de dos que 3 veces 2. Esta idea predomina desde la antiguedad; claro que hay ejemplos de discrepancia aparente. Así, en una aritmética inglesa de 1677 leemos estas palabras:
"La multiplicación se efectúa entre dos números de análoga clase para producir un tercer número tal que se hallará en la misma razón con el primero, que el segundo con la unidad".
a . b = c significa c/a = b/1
En su obra "Institutione Arithmeticae", Severino Boecio (480-524) utiliza los términos ducere, producere, facere, como sinónimos de multiplicar. Las voces producto y factor desciende de aquel libro.
El signo x, en forma de cruz de San Andrés, tuvo origen en cierto procedimiento de multiplicar en cruz.
El signo . , fue introducido por el inglés Thomas Harriot (1560-1621) cuando había que señalar producto entre números y letras o entre letras solas (para evitar la confusión con x).
Luca Pacioli (1445-1514?) recoge las enseñanzas del "Lilavati" de Bhascara (1150) y explica ocho procedimientos para multiplicar. A uno de ellos lo llama "Bericocoli vel Scahchierij" que traducimos por "tablero". Es el método nuestro, impracticable en el ábaco:
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