Rafael, La Escuela de Atenas (detalle de Euclides) |
Del gran geómetra Euclides se sabe muy poco; casi nada. La escasa información que se posee tiene origen en conjeturas, unas posibles y otras inverosímiles. De acuerdo con preferencias personales, se lo ha su puesto natural de Gela, colonia griega de Sicilia meridional; o bien, de Tiro, sobre las costas fenicias; o quizás de Kurazán, cerca del mar Caspio. Pero nadie ha logrado verificar estas afirmaciones, carentes de fundamento serio.
Sin embargo, se considera probable que haya recibido lecciones en Atenas, directamente de discípulos de Platón, y no se duda de que haya permanecido mucho tiempo en Alejandría, enseñando matemáticas. Desde esta ciudad, que Alejandro Magno fundó en la desembocadura del Nilo y que constituyó el más brillante centro cultural de la antigüedad, la obra de Euclides se irradió sobre orientales y sobre occidentales.
Cuándo vivió el maestro alejandrino es otra cosa no bien determinada. El comentarista Proclo lo ubica cronológicamente entre los primeros sucesores de Platón y Arquímides de Siracusa, es decir, entre 347 y 212 antes de Cristo. Como, por otra parte, se descuenta que Euclides fue contemporáneo del primer Ptolomeo, resulta. muy fácil inferir que el codificador de los "Elementos" floreciera alrededor del 300 antes de Cristo.
El historiador romano Valerio Máximo —ya se sabe que los romanos no se destacaron en la ciencia pura— cometió el error de atribuir los "Elementos" a otro Euclides, o sea al filósofo de Mégara, ciudad griega situada en el golfo de Aigina. Pero este filósofo nada tiene que ver con el geómetra. El megarense vivió en tiempos de Sócrates y de Platón, aproximada mente el año 400 antes de Cristo; no fue matemático sino filósofo; se ocupó principalmente del arte de la disputa; y asoció la unidad al bien y la pluralidad al mal.
La equivocación de Valerio, cometida en el siglo I de nuestra Era, fue el origen de la confusión entre los dos Euclides, que cundió en Europa por obra de comentaristas y traductores, particularmente numerosos entre los siglos XIV y XVI. Teodoro Metoquitas, Campano, Tartaglia y Candalla, por ejemplo, no sospecharon nunca la falsa atribución de personalidades; a pesar de que Constantino Lascaris, muerto cuando América era descubierta por Colón, había advertido y señalado el error; pero los eruditos no lo escucharon.
Más afortunado fue Commandino de Urbino (1502 a 1594) quien terminó con esa equivocación multisecular, estableciendo en forma definitiva la separación entre el matemático de Alejandría y el filósofo de Mégara, en la vida de los cuales media también no menos de un siglo de diferencia.
A partir de Commandino las cosas debieron quedar aclaradas para siempre. En la historia de la ciencia ya no hay problema respecto de la significación de Euclides y de lo Euclidiano; y la mayoría de las enciclopedias generales contemporáneas indican explícitamente la distinción entre el alejandrino y el megarense, como si existiese el ánimo de expiar tantos siglos de error.
Quien persiste todavía en la confusión es, sin embargo, la Academia de la lengua española. En la voz "Euclidiano", donde habla del "método matemático de este filósofo griego del siglo V antes de Jesucristo", la docta corporación insiste en una opinión que desde hace cuatro siglos nadie comparte y que, sin duda, es errónea.
En consecuencia, cuando los alumnos del primer curso quieran saber qué significa "euclidiano", no recurran al diccionario oficial; pues, en este articulo, yerra.
Publicado en El Sureño- Bahía blanca; Domingo 31 de Enero de 1965.
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