Contar bien es lo que cuenta


Obertura

EL MORENO

...Quiero saber y lo inoro,
pues en mis libros no está
-y su respuesta vendrá
a servirme de gobierno-,
para qué fin el Eterno
ha criado la cantidá.

MARTÍN FIERRO

Moreno, te dejas cair
como carancho en su nido;
ya veo que sos prevenido,
mas también estoy dispuesto;
veremos si te contesto
y si te das por vencido.

Uno es el sol, uno el mundo,
sola y única es la luna.
Ansí han de saber que Dios
no crió cantidá ninguna.

El ser de todos los seres
sólo formó la unidá;
lo demás lo ha criado el hombre
después que aprendió a contar.

José Hernández. La vuelta de Martín Fierro.(1879)

Capítulo 1

Contar bien es lo que cuenta...

Alfredo R. Palacios
Laura A. Etcheverry

🔷El poder del pensamiento matemático

El proceso formativo debería comenzar por instrumentar al alumno en el arte del pensamiento claro. Pensar bien lleva a ahondar en la realidad,  lo cual es indispensable para llegar a comprender el mundo formando una cosmovisión. El aprendizaje matemático, sin duda una valiosa herramienta para educar el pensamiento, es instrumento privilegiado para penetrar en los secretos de lo real. San Agustín lo expresó así: "Mira el cielo y la tierra y el mar y cuantas cosas hay en ellos, ya brillen en lo alto o se arrastren, naden o vuelen acá abajo. Todo está investido de forma porque todo tiene números. Suprime éstos y los seres se convierten en nada..."

En sus estudios sobre el conocer, Piaget llega a la conclusión de que los conocimientos no proceden de las solas sensaciones, sino que hay que añadir a esto lo adquirido mediante las acciones. Conocer es transformar.

La experiencia lógico-matemática consiste en actuar sobre los objetos pero abstrayendo conocimiento a partir de la acción realizada, no a partir de los objetos mismos. El sujeto puede prescindir de los objetos físicos cuando ha interiorizado aquellas actividades llegando al manejo simbólico. Es un proceso que enlaza concepto y acción.

Dicen C. Freinet y M. Beaugrand en La enseñanza del cálculo, Barcelona, Laia, 1973:

"Hay contar y contar, como hay leer y leer. No denominamos leer al hecho de descifrar, es decir de reproducir un sonido que corresponda al signo indicado. Esto se trata de un vulgar condicionamiento que tiene éxito con ciertos animales y que puede tener sus ventajas técnicas y sociales. Si bien no es de por sí un elemento de cultura y progreso, puede ser, en cambio, el principio de un envilecimiento y de un embrutecimiento del individuo.

Leer es, ante todo, comprender el significado de los signos escritos, sean cuales fueren los procesos de reconocimiento. Hay niños que logran leer de una manera casi perfecta sin por eso haber llegado a dominar todos los mecanismos de los elementos silábicos. Pero lo contrario no es verdad: dominar a la perfección los elementos silábicos no significa poder lograr una buena lectura. La adquisición mecánica es insuficiente si no existe comprensión inteligente."

Lo mismo sucede con el cálculo o con el proceso de contar. Las palabras numéricas son algunas de las muchas cosas que el niño pequeño utiliza por imitación de los adultos entre los que vive. "Cuenta" y "suma" mucho antes de haber logrado entender las abstracciones con las que está tratando. Traduce signos o cuenta de manera automática pero no existe comprensión inteligente. La adquisición de mecanismos no predispone en absoluto a la comprensión del cálculo. Es a la inversa: la cultura en la disciplina favorece en cambio el aprendizaje de técnicas cuya necesidad ha hecho sentir. En este terreno, como en muchos otros sin duda, no se asciende desde los mecanismos hacia la cultura; se desciende desde la cultura hacia los mecanismos.

Por eso afirmamos que lo que cuenta es hacerse preguntas.

Tan importante como dar respuestas es ayudar a formular preguntas. ¿Qué es lo prenumérico? ¿Cuáles son los componentes matemáticos previos al número? Esta pregunta lleva vertiginosamente a esta otra: ¿Qué es un número? Sin respuesta a esta última, no hay respuesta para la primera. Luego llegan, asaltándonos, las siguientes: ¿Por qué es la clasificación una de las relaciones prenuméricas? ¿Por qué la llamada correspondencia biunívoca? ¿Cuántas condiciones exige esta correspondencia término a término? ¿Tienen que ver los conjuntos con los números? ¿Por qué el enfoque conjuntista? ¿Qué significa realmente la operación de contar? ¿Es necesario el orden matemático para poder contar? Si no tenemos respuestas ajustadas para cada una de estas preguntas, no podremos aceptar el desafío, que es tan grande como su objetivo: la actividad matemática en los primeros años reviste el carácter de fundamento. Es en este período cuando el niño comienza a desarrollar hábitos de pensamiento y sobre todo la afición y el placer por emplearlos. No temamos que esta construcción del número pueda ser calificada de lenta. El temor debiera asaltarnos frente a la comprobada ineficacia de la enseñanza tradicional con su ostentosa repetición memorística de palabras que generalmente no tienen asidero alguno para el niño. Reivindicamos la necesidad de "perder" todo el tiempo que sea necesario si se trata de la formación integral de nuestros niños. Si la construcción genuina del número representa el fundamento del futuro aprendizaje matemático, será preciso invertir en ella todo el tiempo que sea necesario. El proceso de la educación matemática del niño debe ser un reto a la inteligencia y a la creatividad, no un fastidioso y estéril desafío a la memoria.

Leamos a Juan J. Rousseau,* en sus consideraciones sobre el tema:

"Nunca llegué tan lejos como para comprender adecuadamente las aplicaciones del álgebra en geometría. No me gustaba esa forma de trabajar en la que no sabía lo que estaba haciendo; me pareció que resolver un problema geométrico por medio de ecuaciones era como tocar una canción girando simplemente la manivela del organillo.

He dicho que la geometría (deductiva euclídea) está más allá de la capacidad de los niños, pero eso es por culpa nuestra (...). 

En lugar de enseñarnos a hallar demostraciones, se nos dictan; en lugar de enseñar al alumno a razonar, el maestro razona por él y se dedica sólo a ejercitar su propia memoria."
__________
David Wells. (2000). El curioso mundo de las matemáticas. Barcelona: Gedisa .

🔷La magia de la palabra

El ser humano es hablante, se comunica por la palabra. Con la palabra cuenta (numera) y también con la palabra cuenta (dice, narra). Habla para que otros lo escuchen, necesita expresar su pensamiento. Así como la palabra no puede vivir fuera del grupo humano, tampoco hay comunidad humana desnuda de lenguaje. Los animales se comunican entre sí, pero en ellos el lenguaje no está ensamblado con la razón.

Para comprender plenamente lo que significa pensar, es necesario recordar el significado de la palabra "sentido". Cuando comprendemos el sentido de algo, reconocemos una luz, una fuerza interna, una energía esencial que determina la realidad, aclarándola. Por la vía del pensamiento estamos descubriendo lo que cada cosa es, aquello por lo cual es esto y no otra cosa; aprehendemos su sentido, aquello que hace de cada individuo algo especial. Hay un camino que va desde la apariencia al sentido. Lo transitamos para conocer la realidad que nos rodea. Debemos salir de nosotros mismos para captar ese núcleo luminoso que es el ser de las cosas.

La racionalidad del hombre se proyecta en su lenguaje, que es simbólico porque no muere en la materialidad del sonido, sino que apunta a un sentido, a un significado, mucho más allá del mismo signo. Toda educación se vehicula a través del lenguaje; la palabra vertebra el proceso educativo. La cultura no se hereda, se transmite; la aprehendemos por medio del lenguaje. Con la palabra el hombre aprehende también el mundo y se apropia de él, lo recrea re presentándolo.

Siempre está presente el poder de la palabra, sostenida por el entendimiento. Ya en Grecia, hace 25 siglos, la razón era denominada logos o discurso. "Yo entiendo" marca la relación entre palabra y pensamiento. El ser humano, en quien se conjugan pensamiento y acción, se expresa por la palabra. Hay palabras porque entendemos. No podría haber lenguaje sin razón. El lenguaje se imbrica en lo más profundo de nuestra humanidad.

🔷La duda metódica

Una reforma educativa deberá tender a reforzar la capacidad de interrogación como plataforma de base para el progreso del conocimiento, vinculando el conocer a la duda. El ser humano es el único que puede tomar conciencia de su no-saber, puede saber que no sabe, a diferencia del animal que ni siquiera llega a plantear se duda alguna acerca de ello. Sócrates ya lo proclamaba: lo específico del hombre es saber que no sabe en un sabio no-saber. Es la docta ignorancia de la que hablarán más tarde Nicolás de Cusa y San Agustín. Las preguntas que nos hacemos y nos llevan a progresar en nuestros conocimientos no provienen de las cosas mismas, sino que surgen de ese "sé que ignoro" tan humano.

El camino educativo es un movimiento natural pues la educación desenvuelve desde el interior de cada hombre las fuerzas en potencia, sus disposiciones latentes. Una cabeza bien formada tratará de establecer relaciones integrando los saberes particulares a un contexto global y a la propia vida. El conocimiento progresa tanto por abstracción como por la capacidad de contextualizar, de integrar, de relacionar.

La filosofía juega aquí un papel decisivo. Hablamos de filosofía no como una disciplina más sino como el poder de reflexión aplicable a los grandes problemas, al conocimiento, a la condición humana. 

Vivimos en un mundo en el que la incomprensión se ha enseñoreado en todos los ámbitos, con su poder disgregante. Sólo la fuerza de integración que tiene el pensamiento reflexivo y la eficacia comunicadora de la palabra pueden ayudarnos a luchar contra la amenaza de la incomunicación, de la cual devienen los graves problemas sociales fundados en el desprecio, el odio, la discriminación, la violencia.

Los intentos de reforma educativa, por bienintencionados que fueren, han girado siempre en torno de un vacío que atañe a la necesidad profunda de una reforma del pensamiento. Una reforma no programática, sino que se remita a la aptitud humana para organizar el conocimiento. Una reforma que permita al conocimiento elevarse sobre su propia semilla formando la copa ramificada de un árbol, no la reunión inconexa de unos cuantos saberes extraños entre sí, como las lenguas de una Babel.

La educación del pensamiento resulta incomprensible para quienes no alcanzan a ver el enorme desafío de la complejidad del mundo actual.

Aprender a integrar los saberes, entendiendo que mezclar no es lo mismo que integrar, desarrollar conductas que nos lleven a operar mejor con nuestra inteligencia, enseñar a relacionar no a separar— lo que forma el tejido de la cultura de la humanidad: he ahí el desafío enfrentamos. 

🔷Aprender a elegir lo más conveniente dentro del marco legal

Realizar una elección correcta implica siempre comportarse libre y responsablemente. 

Elegir lo que conviene dentro del marco de lo permitido exige sopesar, medir, reflexionar, dejar de lado conductas caprichosas, jugar respetando las reglas del juego.

Actuar libremente representa un esfuerzo porque el libre albedrío tiene como componentes esenciales la voluntad y la responsabilidad. Voluntad para mantenerse en el camino elegido y responsabilidad para hacerse cargo de las consecuencias de esa elección. No es una senda fácil, sino más bien escarpada y de dura subida, pero asegura logros importantes al llegar a la meta. 

Rechazar ese camino por difícil redundaría en un obrar sin motivación interior, cumpliendo sin pensar reglas externas a las cuales se está sometido. Ésa es una posición mucho más cómoda: no se pone en juego el sentido de responsabilidad, no está presente en la conciencia "tener que hacerse cargo de"; la voluntad, maravilloso poder del espíritu humano, se ha anulado. 

Pero... ¿acaso no se es esclavo obedeciendo sólo a reglas externas? ¿Cuánto tiempo se puede soportar esa presión sin intentar recuperar la libertad? 

Tratemos de hacer una analogía trasladándonos al campo de la educación. 
Cuando el ser humano que se educa es consciente de que está obrando voluntariamente en pos de su propio progreso personal, quiere aprender y trabaja para conseguirlo. Elegirá entonces lo que le sea más conveniente dentro del marco legal. En cada acto de elección deberá jugarse: al aceptar una posibilidad, estará rechazando otras. Se encontrará haciendo uso pleno de su libertad.

El caso contrario muestra una situación muy diferente.

Sin un compromiso personal, sin posibilidad de elegir libre y responsable mente, sin el fuego de la motivación interior, el acto educativo no encuentra lugar. Se tratará entonces de cubrir las apariencias, haciendo lo posible para "cumplir", sin preguntar los porqués, repitiendo de memoria fórmulas ciegas que ayuden a superar la situación de la manera menos dolorosa. ¿No es ésta una de las formas de la hipocresía?

Sólo quienes puedan actuar según su libre arbitrio, conocedores de las normas que deben respetar y haciéndose cargo de sus propias acciones, podrán vivir el proceso educativo en profundidad.

La formación de toda persona debería tener como un objetivo importante enseñarle a adaptarse justamente a la realidad, a ser justo en la plenitud de lo que ese término significa. Quien sabe descubrir el sentido liberador que conlleva  la obediencia a las leyes, cuando éstas son fecundas y valiosas para la vida en comunidad, está preparado para superar la falsa contradicción que con frecuencia se quiere establecer entre libertad y norma.

🔷La voz del poeta

Tarea escolar*

JACQUES PRÉVERT

Dos y dos son cuatro
cuatro y cuatro ocho
ocho y ocho dieciséis.
¡Repitan! dice el maestro
Dos y dos son cuatro
cuatro y cuatro ocho 
ocho y ocho dieciséis.
Pero el pájaro lira
pasa por el cielo
el niño lo ve
el niño lo oye
el niño lo llama :
¡Sálvame
juega conmigo
pajarito!
Entonces el pájaro desciende
y juega con el niño.
Dos y dos son cuatro...
 ¡Repitan! dice el maestro
y el niño juega
el pájaro juega con él... 
Cuatro y cuatro ocho
ocho y ocho dieciséis
y dieciséis y dieciséis, ¿cuánto es? 
Dieciséis y dieciséis son nada
y mucho menos
de ninguna manera 
treinta y dos
y sigue la ronda.
El niño ha escondido el pájaro
en su pupitre
y todos los niños 
escuchan su canto
y todos los niños
escuchan su música
y ocho y ocho desfilan a su vez
y cuatro y cuatro y dos y dos 
desfilan a su vez
y uno y uno a la una a las dos
 uno y uno desfilan también.
Y el pájaro lira juega
y el niño canta
y el profesor grita:
¡Cuándo terminarán de hacer payasadas!
Pero los demás niños 
escuchan la música
y las paredes de la clase
se desploman tranquilamente. 
Y los vidrios vuelven a ser arena
la tinta vuelve a ser agua
los pupitres vuelven a ser árboles
 la tiza vuelve a ser acantilado
y el portaplumas vuelve a ser pájaro.
__________
*Paroles, Paris, Gallimard, 1977.

Tomado de: Palacios, A. y Etcheverry, L. A. (2001).Contar bien es lo que cuenta, que contar cualquiera cuenta. Buenos Aires: Lumen


Te recomendamos leer: 

Comentarios