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La lógica y los niños

  Por  Alfredo Raúl Palacios (*) Ya casi no dudamos, por tantas veces escuchado o leído, que uno de los objetivos del estudio de la matemática es "entrenar" a los niños en el pensamiento lógico. Sin embargo, a la luz de los resultados podemos ver su escaso cumplimiento. Para el punto de vista de la enseñanza tradicional, este objetivo debía cumplirse a través del estudio de las demostraciones lógicas de teoremas, por lo general geométricos, y de los cuales el alumno recibía modelos ya desarrollados. Esta tarea se reservaba para la enseñanza secundaria y mientras tanto, la mente del niño, considerada como un instrumento, primero se afilaba para luego ser utilizada. Por otra parte, el énfasis puesto en el estudio de los mecanismos de cálculo terminaba ahogando la capacidad crítica y la potencia creadora. Este enfoque permite hacer dos observaciones importantes. 1) la enseñanza tradicional de la matemática no tenía como objetivo el aprendizaje de la lógica a través de la acción....

Recuerdos de charlas de café con Jaime Barylko

Por Alfredo R. Palacios

A mi me gusta pensar, me divierte, me hace sentir que vivo y que vivo para algo.

UD. dirá:

 A usted le es fácil, porque tuvo la suerte de estudiar…

Lo interrumpo:

 Primero no tuve ninguna suerte. Elegí y me esforcé. Segundo, no se equivoque. No confunda pensamiento con inteligencia, con cultura. Inteligencia es una fuerza interior, genética, que hay que desplegar, una herramienta para conocer el mundo y adaptarse a él, y viceversa. Eso nos procura cultura, ciencia, técnica, civilización. Pensar es un acto que uno puede ejercer sin grandes estudios previos ni títulos. Pensar es como caminar; hay que practicarlo. Es plantearse los temas de la vida diaria y sus problemas, y los valores que quiero, que puedo, que debo, que me es bueno y que me es malo. Y eso puede practicarlo todo el mundo. Es lo más democrático que tenemos.

Todos estamos dotados para esta tarea, porque independientemente de estudios realizados, la inteligencia y el razonamiento están en cada uno, como las arterias, la sangre y la piel. Hay que usarlas.

Mucha gente, la amplia mayoría, dispone de una buena inteligencia, pero no la ejerce. Requiere ejercicio, de práctica o se entumece.

  ¿Por qué no nos enseña a pensar? Me dijeron los padres de un colegio a quienes les hablaba de ese tema.

  No, no se puede enseñar a pensar repliqué; pero lo que se puede hacer es estimular el pensamiento, dejarlo fluir; cuando tu hijo o tu alumno de pronto se sale del libreto establecido y dice alguna idea propia o una fantasía, ahí es donde hay que estar alerta para prestarle atención y motivarlo.

Pero la sociedad y la escuela, a menudo lejos de motivar eso que es la diferencia, la reprime, la anula… Y después dicen que hay que enseñar a pensar.

No, no hay que enseñar, hay que dejar pensar, provocar el pensamiento, aceptar al que pronuncia ideas extrañas a las establecidas en los manuales. Hay que educar para pensar, que es educar para no repetir, por más que todos digan lo mismo. Si todos dicen algo atinado es bueno, y si no es verdadero hay que atreverse a decir que es falso. 

Jaime Barylko (1936 - 2002). Licenciado en Letras y en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires. Doctor en Filosofía  por la Universidad Nacional de La Plata. Escritor, ensayista y pedagogo argentino.

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