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| Peces y escamas (1959), xilografía de M. C. Escher |
a José Esteban y Alejandro Ondarçuhu
Un sorbo de té caliente templó su garganta y con firme voz Alicia Liddell comenzó la lectura del amarillento manuscrito.
"Era una mansa y lenta tarde de verano. Entré a la Biblioteca Nacional; a mano derecha del vestíbulo una escalera curva me invitó a descender, en el sótano estaban los periódicos y los mapas. Aproveché un descuido de los empleados para tomar, de uno de los húmedos anaqueles, un extraño libro. Era un volumen, en octavo, encuadernado en tela. Sin duda había pasado por muchas manos. Lo examiné. En el lomo decía Holy Writ y abajo Bombay. Lo abrí al azar y entre las páginas 55 y la siguiente numerada 1073, encontré un curioso mapa que, según referencia expresa, correspondía al Jardín de los Infinitos. Sorprendido traté de analizar la extraña forma registrada por el plano, gastado y de pobre tipografía. Mi atención fue fácil presa de aquel inusual contorno. ¡Era un limes perimetral tan geométricamente bello! Cerré el volumen y busqué mi anotador con intenciones de calcar la forma. Inmediatamente abrí el libro. En vano busqué el mapa del Jardín de los Infinitos. No lo volví a ver.
Absorto en la difusa imagen de su frontera, bajo árboles fatigados, medité en ese mapa perdido; lo imaginé con su armónico borde en la pared secreta de una cabaña montañesa, lo imaginé borrado por tiempos o transitado por teorías, lo imaginé extravagante... Pensé en un laberinto de laberintos, en un sinuoso laberinto creciente. Me sentí por un tiempo inde terminado, perceptor abstracto de una idea..."
Aquí se interrumpe la narración ―dijo Alicia y luego de un silencio agregó― siento profundo interés por ese mapa del Jardín de los Infinitos.
―Toma un poco de vino ―dijo la Liebre de Marzo en tono conciliador.
Alicia miró por toda la mesa, pero no había mas que té.
―Yo no veo vino ―comentó.
―No lo hay ―dijo la Liebre de Marzo.
―Entonces, no es muy cortés de tu parte ofrecérmelo ―dijo Alicia con enfado.
―Tampoco lo es por la tuya sentarte y proponernos mirar un bello mapa ¡sin tener el mapa!
―Yo sé quienes son los que pueden mostrarnos ese mapa ―dijo el Sombrerero, que miraba a Alicia con mucha curiosidad.
―¿Quieres decir que piensas que conoces a quienes nos pueden mostrar el mapa? ―dijo la Liebre de Marzo.
―Exactamente dijo el Sombrerero.
―Entonces debes decir lo que piensas ―prosiguió la Liebre de Marzo.
―Lo hago ―replicó el sombrerero apresuradamente―; al menos... al menos pienso lo que digo... que es lo mismo.
―¡Ni mucho menos! -dijo el Lirón―, que pareció hablar en sueños.
―¡Es como si dijeses que "respiro cuando duermo" es lo mismo que "duermo cuando respiro"!
―¡Es como si dijeses añadió la Liebre de Marzo, que "me gusta lo que tengo" es lo mismo que "tengo lo que me gusta"!
Aquí cesó la conversación y el grupo se quedó en silencio durante unos minutos.
Luego Alicia le preguntó al Sombrerero: ¿Quiénes son los que crees que pueden mostrarnos el mapа?
―Dos entrañables amigos que tienen mucha Matemática e Imaginación ―contestó el Sombrerero.
―¿Y cómo se llaman? ―preguntó la Liebre de Marzo.
―Edward lo llama a James, Newman, y James lo llama a Edward, Kasner ―respondió el Sombrerero.
―¿Edward y James? ―repreguntó la Liebre.
―Sí, sí... Kasner y Newman ―ratificó el Sombrerero. Y agregó
―Y allí están bajo el frondoso árbol charlando con el Gato de Cheshire.
El grupo fue en busca de los dos amigos y ambos, gentilmente, les enseñaron a construir el buscado mapa del Jardín de los Infinitos.
―Así es la historia ―dijo Kasner. Se comienza con un triángulo equilátero de lado igual a la unidad. Este triángulo es la curva C1 (fig. 1).
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| Fig. 1 Curva C1 |
―Divídase ahora cada uno de sus lados en tres partes iguales ―dijo Newman― y en cada tercio medio constrúyase un triángulo equilátero dirigido hacia afuera. Bórrense las partes comunes a los triángulos nuevos y viejos. Esta simple curva poligonal, se llama C2 (fig. 2).
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| Fig. 2 Curva C2 |
Así hemos logrado la segunda etapa de la construcción del borde o frontera del mapa del Jardín de los Infinitos.
―Le toca el turno al tercer paso ―dijo Kasner. Dividimos en tres partes iguales cada lado de C2 y nuevamente, en cada tercio medio, construimos un triángulo equilátero dirigido hacia afuera. Borrando la parte de las curvas comunes a las figuras nuevas y viejas, logramos completar el tercer paso. Esta curva simple se llama C3 (Fig. 3).
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| Fig. 3 Curva C3 |
La tercera etapa
―¡Esto se pone lindo! ―exclamó el Sombrerero.
―¿Se animan a continuar solos? ―preguntó Newman.
―¿Hasta cuando? ―dijo la Liebre de Marzo.
―Tanto como deseen respondió Kasner.
Alicia sintió que su pensamiento transitaba por un laberinto matemágico. En profundo silencio vio aparecer ante sus ojos, ―como resultados de un procedimiento análogo iterado, las curvas C4, C5 у C6
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| Fig. 4 Curva C4 |
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| Fig 5 Curva C5 |
La quinta etapa
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| Fig 6 Curva C6 |
- Borges, Jorge Luis, El libro de arena, Buenos Aires, EMECÉ, 1975.
- Lewis Carroll, Alicia en el País de las Maravillas, en Alicia anotada, edición de Martín Gardner, Madrid, Akal, 1984.
- Kasner, E. y Newman, J., Matemáticas e Imaginación, Buenos Aires, Hachette, 1951.
- Ernst, Bruno, El espejo mágico de M. C. Escher, Alemania, Taschen, 1994.







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