Nunca es tarde agradecer un comentario halagüeño

Matematicuentos,  un  texto  exquisito  para  los  que  gustan  de  la  buena  lectura, del  uso  del  ingenio,  de  un  original  resultado  matemático.  Todo  junto,  por  el  mismo precio: el tiempo de ocio invertido en la lectura de un buen libro. Para todos aquellos que,  como  yo,  encuentran  placer  y  se  recrean  en  la lectura,  pero  tal  vez  eligieron como  profesión  algo  aparentemente  contrapuesto,  como  es  la  enseñanza  de  la matemática, recomiendo la lectura de este libro.

 Una  vez  más  pienso  en  esta  cadencia  tan  sui  generis  de  la  matemática  que oscila entre el arte y la ciencia con curvas suaves donde existe la derivada en cada punto, y la recta tangente se convierte en un tobogán hacia un espacio para disfrutar pensando o pensar disfrutando.

 ¿Quién  no  se  ha  divertido  alguna  vez  resolviendo  juegos  de  ingenio,  o apostando con los amigos sobre quién es el asesino en una buena película policial? Ese  mismo  placer  lo  siento  cada  vez  que  me  enfrento  a  un  problema  complicado, pero  cuando  después  de  varias  batallas,  la  solución  fluye  como  si  saliera  de  la lámpara  de  Aladino,  con  esa  magia  que  tienen  la  lógica  y  el  álgebra,  como herramientas indiscutibles para el éxito. Por eso, quiero transmitirles las palabras  de Morris  Kline,  porque  coincido  plenamente con  ellas:  “Una  demostración  realizada con  elegancia  es  un  poema  en  todos  los  sentidos,  salvo  por  la  forma  en  que  está escrito”.
                                                                                                                                          
 Los puntos de encuentro entre la literatura y la matemática son tantos como ak con  a > 1 y k > 1 (grande),  por eso los invito a leer este libro.  Básicamente,  la estructura del mismo consiste en analizar textos literarios,en cuyas tramas aparecen conceptos  matemáticos,  luego  hacer  el  análisis  desde  lo  ideológico y simbólico, desde lo literario y artístico también.

Es indudable la calidad y riqueza de los textos elegidos, con lo cual se puede disfrutar  tanto  de  la  lectura  de  los mismos, como  del  análisis  posterior  que  realizan los  autores,  con  mucha  minuciosidad,  con  un  rico  conocimiento  de  la  historia  del pensamiento y de la literatura, tanto como de la historia del pensamiento matemático y que ayuda al lector a entender la idea que cada palabra encierra.  

También  es  interesante  destacar,  que  no  hay  necesidad  de  leer  los  capítulos en el orden en el que aparecen, sino que el lector puede elegir el tema y el escritor con  quien  tiene  mayor  afinidad,  ya  que  ellos  son  “linealmente  independientes”, aunque  confluyen  todos  a  un  punto  de  interés  común.  De  cualquier  manera,  si aceptan mi consejo, una buena manera de empezar es por “La carta robada”, (Cap. 3)  por  lo  atractivo  de  la  historia,  que  hará  que  los  que  gustamos  de  la  matemática nos  sintamos  con  ganas  de  ayudar  al  detective  Dupín  en  su  investigación,  sobre todo cuando plantea el siguiente silogismo:
 a) El ministro es matemático y poeta.
 b) Todos los poetas son locos.
 c) El ministro es loco. 

Este  razonamiento  lleva  a  Dupín  a  confiar  ampliamente  en  el  ingenio  del ministro  para  esconder  la  carta,  y  nos  da  (a  los  matemáticos)  la  estocada  final  al decir:  “[]...Como  poeta  y  matemático  es  capaz  de  razonar  bien,  en  tanto  que  como mero  matemático  hubiera  sido  incapaz  de  hacerlo  y  habría  quedado  a  merced  del prefecto”.  Más interesante aún, resulta después de leer el cuento, la lectura del excelente análisis  realizado  por  Pedro  Luis  Barcia,  que  nos  hace  ver  que  el  detective  en cuestión “es heredero de la tradición racionalista de Descartes”, entre otras cosas,  y nuevamente disfruté de esta segunda parte, la de la reflexión sobre el texto literario, logrando  “[]...tender  los  puentes  y  jugar  a  visitar  las  distintas regiones  del  saber, aparentemente inconexas”, que es a lo que nos invita Alfredo Palacios en el prólogo. 

Un  breve  comentario  de  cada  capítulo,  remarcada  la idea  central,  ayudará  a constituir una idea generalizada sobre los Matematicuentos:

  Capítulo I: La teoría de conjuntos desde el punto de vista de Borges. 

“Cantor siguió el camino más difícil: el de la verdadera creación. []...En la obra de  Borges,  el  proceso  cantoniano  aparece  en  su  totalidad,  tanto  desde  el  punto  de vista   del   esfuerzo   personal   como   desde   el   punto   de vista   de   la   clara conceptualización  del  infinito  actual”.  Alfredo  Palacios  (pag.28)  sugiere  leer  a Borges, de quien cada uno de ustedes seguramente ya tiene una opinión formada. A veces leemos porque nos produce placer, sin preguntarnos por qué. Lo mismo que al escuchar música o mirar un cuadro, me gusta o no me gusta y no tengo necesidad de explicar razones. No obstante, insisto, en que leer a Borges luego de la lectura de este análisis tan certero y claro, incrementa el disfrute, ya que es como ponerse en la piel del autor, quién se atreve a tratar en su obra conceptos matemáticos y lo hace con  la  precisión  del  que  “la  tiene  clara”  (es  Borges,  ¿no?).  Como  dice  Palacios: “[]...tomada primero en sí la idea matemática pura, se jugará luego con la posibilidad de transferirla al mundo de la ficción estética”.

  Las diversificaciones del pensamiento son parte de  la naturaleza del hombre,  que  nunca  sigue  una  travesía  lineal,  muy  positivo  para  nuestro  trabajo  con  la matemática y la posibilidad de discurrir y formar las exquisitas redes que engloban el saber  de  esta  querida  ciencia.  Posiblemente  los  que  gustamos  de  la  matemática, sintamos algo así como que estos textos recomendados nos contienen en nuestros intereses, por eso el título del artículo. 

Capítulo 2:  La botella de Klein y otros conceptos topológicos

¿Alguna  vez  se  imaginaron  dando  un  paseo  por  la  Cinta de  Möbius, indefinidamente?, sería una caminata de recorrido infinito, de nunca acabar. Menos aún  navegando  en  un  mar  que  tiene  la  forma  de la botella de Klein.  Enrique Anderson  Imbert sí y  lo  narra  en  un  maravilloso  cuento,  dónde  los  conceptos topológicos se tratan con total fidelidad. Luego Jorge Bosch hace una descripción sintética de los conceptos matemáticos utilizados, y cómo él lo dice: “[]...la cuestión es establecer qué  tienen  que  ver  estos  objetos  matemáticos  con  el  relato  de Anderson Imbert y con su propia manera de narrar” (pág.67).

 Les aseguro que es como haber penetrado en un espacio 4D, y no es ficción: “Se demuestra matemáticamente que, si se supone a la botella de Klein sumergida en  un  espacio  de  dimensión  4,  ella  se  puede  representar,  sin  necesidad  de autopenetraciones”. (Jorge Bosch). 

Capítulo 3: La lógica como una estrategia para la investigación policial. 

Ya se ha realizado un sucinto comentado al comienzo de este escrito. 

  Capítulo 4: La paradoja de Aquiles desde la literatura. 



Este  capítulo  nos  muestra  como  un  problema  matemático  de  más  de  dos milenios  de  antigüedad  interesa  a  diversos  autores de  la  literatura  del  siglo  XX. Pedro Luis Barcia plantea una interesante paradoja, que lo justifica:  La tortuga pasa a simbolizar la razón, que avanza a paso  lento y dificultoso. Frente a esta forma de conocer  que  es  la  racional,  el  conocimiento  por  la belleza  es  instantáneo  y  directo, como si tuviera los pies de Aquiles. 

Capítulo 5: Diofanto de Alejandría y la cardinalidad del número. 

Los autores proponen un ensayo de José Edmundo Clemente sobre Diofanto, mientras  se  preguntan  si  existen  los  “matematiensayos”.  Yo  digo  que  sí,  y  este  es muy  interesante  y  entretenido.  Leerlo  hará  que  paguemos  la  “[]...  deuda  con Diofanto,  olvidado  inventor  del  álgebra”  ya  que  gracias  a  él:  “A  partir  de  la  nueva simbología,  las  matemáticas  avanzan  derechas  hacia el  océano  infinito  de  las ecuaciones y las posibilidades teóricas del cálculo” (pag. 138).

 Recomendaciones adyacentes

 En  el  capítulo  3  (pag.89)  Pedro  L.  Barcia  nos  cuenta  que  Dupín  engendró  a Holmes, y Holmes a los futuros detectives de numerosas obras, sus hijos literarios, que nos deslumbran con su perspicacia e ingenio.  Como  soy  una  asidua  lectora  de  Conan  Doyle  y  además  tengo  puesta  la camiseta  de  la  matemática,  me  permito  recomendar  la  lectura  del  cuento  “La aventura  de  los  tres  estudiantes”  de  Arthur  Conan  Doyle,  donde  Sherlock  Holmes dedujo  con  un  simple  esquema  geométrico,  cuál  de  los  tres  estudiantes  había robado  el  examen.  Aquí  es  donde  la  matemática  se  humaniza  y  adquiere  vida propia, para convertirse en artífice de soluciones de problemas de la realidad plena. 

 La creatividad también es un atributo de la matemática, además, mientras más se lee más se disfruta. 

Raquel Cognigni.
Dpto. de Matemática.
Universidad Nacional del Comahue. 
Argentina. 

Nuestro  agradecimiento a la profesora Raquel Cognigni y a la Revista Iberoamericana de Educación Matemática .

Cordiamente 

Sandra L. Martorelli 
Ariel  Carballido
Alfredo R. Palacios

Mayo de 2021

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